jueves, 31 de octubre de 2013

109. ODISEA COSTURERA II


Jajajaja, no puedo parar de reír cada vez que me acuerdo de las cosas que me pasan con la máquina de coser (ahora que todo ha pasado, porque en ese momento me tiraba de los pelos), es lo que tiene el auto-aprendizaje, que la lías siempre, por ignorante. Para el que se lo haya perdido puede hacer clic en el siguiente enlace para conocer la Odisea Costurera primera parte.
Habitualmente somos las hijas las que llevamos a las mamás la ropita para que nos la arreglen, cojan el bajo, saquen un poco de aquí, metan un poco de allá...
Pues en mi casa es al revés, jajaja, mi mamá lo hilvana y ahí voy yo (mejor dicho, me lo trae ella) a coserlo. Aunque no creo que vuelva a suceder, porque ya se ha comprado ella una máquina para cometer los mismos errores que yo, jajaja. (Ahora me llama y me pregunta por qué le pasan ciertas cosas).
Os pongo en situación. La tarea: coser los bajos de dos pantalones vaqueros. Hasta ahí todo genial, ya venían preparaditos, con la medida oportuna y el dobladillo muy bien hecho. Meto la primera pernera en la máquina ¡ya la he liado! El hilo se enreda por todas partes y hace de todo menos coser. Media hora hasta que descubrí que no había sido necesario destensar tanto el hilo, que el pantalón no era tan gordo.
Bien. Nuevo intento. La parte de la costura, que no pasa bien, se atranca en el prensatelas y no hay manera de que pase. Medio solventado, no sé ni cómo pero al final pasó.
Y cuando parece que todo va bien... de repente la aguja dice que no baja, que no quiere entrar en el pantalón, que eso no va con ella. ¿Pero que he hecho yo para merecer esto? (que diría cualquier madre que encontrásemos en el camino, jajaja). Por mis narices que tú bajas, y la aguja ¡que no! ¡que sí! ¡que no! ¡que sí!.... Pues va a ser que no.
Resultado: fotografías del delito a continuación.



Sí, la aguja dijo que no entraba y no entró, a ver quién es el guapo que le lleva la contraria. No me preguntéis cómo pero se había doblado y decidió romperse (por pura cabezonería de quitarme a mí la razón, claro está).
Solución: cambiar por primera vez en mi vida la aguja de una máquina de coser (que daría para escribir "Odisea Costurera III" pero que me voy a ahorrar por el bien de vuestra salud mental).
Desenlace: Oye, ¡qué suave va la aguja nueva!, no se atranca ni con el hilo, ni con el grosor del pantalón, ni si quiera con la costura. Y yo más feliz que una perdiz con los pantalones en su justa medida, jejeje.

No fue la noche de los muertos vivientes, pero fue un momento terrorífico.

¡FELIZ HALLOWEEN!

3 comentarios:

  1. Anda que no he roto yo agujas de máquina en mi vida!!!. La tela vaquera es bastante traicionera, eso que yo se supone que tengo una supermáquina. También a veces la aguja se mella un poco y cose mal.
    Por lo menos ha sido una historia con final feliz.
    Besos y feliz Halloween a ti también.

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  2. jajajaj, yo también he pasado por esas cosas, y lo de las agujas que se rompen es desesperante: aparte de por la tensión incorrecta suele ser por la relación entre la aguja escogida, la tela empleada, y la velocidad, vamos que si vas que te las pelas..., es fácil partirla. Pero oye... tiene su emoción, ¿no?
    Mañana será otro día guapa, ya serás experta :)

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  3. Si que es una historia de auténtico terror...
    Madre mía, me he puesto en tu piel y he sentido cada pálpito angustiado de tu corazón, y he oído cada órden incumplida a esa aguja rebelde y traidora que ya no vive contigo...
    en fin...un final felíz es lo que necesitamos todas en una odisea como esta, y tú lo tuviste.
    Enhorabuena campeona.

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